3 de junio de 2010

INFINITY “CRÓNICAS DE NICK” -SHERRILYN KENYON

1º INFINITY

“CRÓNICAS DE NICK”

OTRO ESTRACTO DE INFINITY, Publicado por JAM el 01 de junio, 2010.


Nick dejó escapar un frustrado suspiro mientras intentaba teclear otra búsqueda. Esa mierda de estar manco era para los pájaros —excepto que no sería capaces de volar mejor de lo que él podía escribir. Y probablemente se estrellarían contra la pared y tendrían una conmoción cerebral… lo cual probablemente dolería un montón.
Gruñendo ante el giro de sus pensamientos, intentó centrarse en lo que estaba haciendo.
Encontrar información sobre ataques de zombies.
Estoy loco… Desde que no había adultos en las inmediaciones, debería estar buscando páginas de chicas calientes, no esto.
Él dejó escapar un silbido mientras especificaba “chemacil zmovies”.
Gah, ¿Cómo podía arreglárselas la gente con una sola mano? El tener que teclear por todo el lugar y buscar a través del teclado empezaba a fastidiarlo realmente.
Peor, los medicamentos para el dolor se habían vaporizado de su sistema y desde que su colegio tenía una estricta política de, no a las drogas, incluyendo Tylenol o Advil, no había tomado nada más por miedo a ser enviado a la oficina de Peters por ello. Si el dolor no fuese suficiente, no podía encontrar nada en la red sobre enfermedades que habían que alguien desease la carne humana. Bueno, no a menos que fueran hombres lobo. Demonios devoradores de carne fresca. Demonios parasites…
Sí, claro. Como si cualquiera de esas cosas fueran posibles fuera de la pantalla de una película…
Se estaba muriendo por hacerle a Bubba algunas preguntas acerca de sus teorías, el hombre había sido explícito: “Despiértame, chico, y te dispararé para que mueras justo donde estás”.
Ahora la mayoría de la gente, podría considerar eso una ociosa amenaza. Pero cuando la gente que la hacía acostumbraba a dormir en un campo de entrenamiento terrorista y tenía el temperamento de un asesino en serie, era sabio creer que realmente haría eso y que se reiría mientras te destripaba.
Como Bubba decía a menudo: “Tengo un arma y munición, y nadie busca un cadáver bajo una fosa séptica”. Lo cual le hacía preguntarse a Nick cuantos de los enemigos de Buba tenían su rostro en los cartones de leche.
Pero eso era otra historia…
La campana sobre la puerta sonó. Suspirando ante la interrupción, Nick dejó el ordenador volviese al modo de espera mientras atendía a quien quiera que hubiese allí.
Él se detuvo en seco, con ojos desorbitados.
Santo…
Cada hormona masculina en su cuerpo se incendió cuando vio lo que debía ser la cosita más sexi en Nueva Orleáns. Un par de años mayor que él, era asombrosa. Las buenas noticias era que ella le distrajo totalmente de su dolor.
Ataviada con ajustados pantalones de cuero negro y una camiseta roja, llevaba un collar de cuero negro y pulseras. Y un largo, cinturón de cuero tachonado que se envolvía alrededor de su estrecha cintura cuatro veces. Una enorme cruz de plata cubierta con una imitación de diamantes caía del cinturón, golpeando contra su muslo cuando caminaba con un paso tan seductor que estaba seguro que provocaría ataques cardiacos en los ancianos por exceso hormonal. Su pelo estaba cortado en un estilo a los años veinte. Por el opaco color en ello, se imaginó que se lo había teñido de aquella manera. Sus ojos estaban delineados por un grueso perfilador negro, dándoles un aspecto decididamente felino. Como sus ojos, sus labios también eran negro azabache.
Normalmente las mujeres góticas no le atraían, pero esta…
—Sí. Ella era tan c-a-l-i-e-n-t-e. Mejor aún, si llegara a algo con ella y tenía esa barra de labios sobre su cuello su madre pensaría que era grasa. Algo que definitivamente le impediría ser descubierto.
Avergüénzate, Nick. Estás engañando a Kody.
Bueno, no realmente, ya que ellos no estaban juntos. Esto no podía considerarse engaño. Técnicamente. Aún así se sentía como algo parecido.
Qué extraño. Estoy atrapado y ni siquiera se lo he pedido todavía. Mierda, eso apestaba.
Ella se paseó hasta la esquina, inclinándose hasta casi derramar sus pechos sobre el cristal, y mirando hacia el cuarto de atrás en el que había estado.
—¿Dónde está Bubba?
—Durmiendo. ¿Puedo hacer algo por ti? —Él intentó su mejor esfuerzo para mantener los ojos en su cara y no es que fuera eso lo que quisiera mirar, lo que quería mirar realmente. Lo cual podría conseguirle una seria bofetada ya que ella llevaba anillos de clavos…
Eso realmente podía hacer daño.
Ella hizo un globo con el chicle que masticaba mientras lo miraba con diversión.
—¿Qué hay de Mark?
—También está durmiendo.
Ella se enderezó.
—¿Tú eres el nuevo reemplazo?
—Solo estoy cubriendo la mañana. Ellos cubrieron la pasada noche.
—Apuesto a que sí. —Ella dejó caer la mochila con un encogimiento de hombros, dejándola en el suelo a sus pies y la abrió. Nick se puso de puntillas de modo que pudiera tener una mejor visión de su proporcionado trasero cuando rebuscaba en su mochila. Diablos, ella era finísima…
No me importaría ir con una mujer mayor…
Piensa en Kody. Piensa en Kody…
Después de unos pocos segundos, ella se levantó con lo que parecía ser unas estacas de acero en la mano.
—Necesito que Bubba me afile estas, y dile que necesito una nueva hornada de shurikens. Lo antes posible. O pronto.
Los ojos de Nick se ampliaron cuando se dio cuenta que había sangre en una de las estacas.
—¿Debería preguntar?
—No si quieres vivir para cenar. Mi nombre es Tabitha Deveraux, ¿Y tú eres? —Genial, otra gran Cajun como él.
—Nick Gautier.
—Un placer conocerte, Nick. Dile a Bubba que volveré al anochecer por ellos y que mejor que estén afiladas. No quiero que ningún vampiro superviviente a mis ataques venga a mí otra vez. ¿Entendido?
Tío… ¿Por qué todas las mujeres sexy estaban absolutamente locas?
—Sí, señora.
Ella recogió la mochila y se la colgó de un hombro antes de inclinar la cadera en una pose mortal que drenó toda la sangre de su cerebro.
—¿A dónde vas al colegio?
—A St. Richard.
—¿El colegio en el que se comieron al director? Eso está guay. Me encantaría que hubiese pasado algo así en St. Mary. Desafortunadamente, yo soy la cosa más aterradora allí. —Ella le guiñó el ojo—. Que tengas un buen día, chico.
Esperando que la saliva no goteara de su boca, la observó cuando salió para ir a donde la esperaba una moto negra Nighthawk. Deslizando una larga pierna sobre esta, encendió el motor, entonces se puso el casco.
Oh tío…
Nick dejó de respirar otra vez hasta que ella se fue.
Wow… esa había sido la mejor experiencia de su vida.
—Sabes, Bubba, tengo que pagarte yo a ti por trabajar aquí. —Por que si mujeres como esa venían a menudo incluso si estaban totalmente chaladas, definitivamente quería el trabajo. Olvidar a Liza y su tienda de muñecas frecuentada por niñas pequeñas y sus mamás. Él quería trabajar con la Caliente Mujer del Valhala hasta que muriera de envenenamiento por testosterona.
Soltando un bajo silbido de apreciación, cogió las estacas del mostrador y se preguntó quién o qué las había ensangrentado. Con amigos como los de Bubba, no había modo de decirlo.
Él las puso en uno de los recipientes plásticos que utilizaba Bubba para sus artículos y dejó una nota con su nombre y las instrucciones que ella le había dado.
Cuando empezó a volver hacia el ordenador, la puerta sonó otra vez. Volviéndose hacia el mostrador, intentó no frustrarse con la interrupción.
Era Madaug de la escuela.
—Hey, tío, ¿Qué pasa?
Madaug también se inclinó sobre el mostrador para echar una mirada hacia la habitación de atrás —esto no fue tan genial como cuando lo había hecho Tabitha. Lo cual probablemente era una buena cosa en la manera en que Nick lo estaba pensando.
—¿Está Bubba por aquí?
—Nah, está durmiendo arriba. ¿Puedo ayudarte con algo?
—No, supongo que no.
Nick advirtió el hecho de que él estaba realmente distraído y agitado. Como si tuviese algo importante en mente.
—¿Estás al tanto de lo que sucedió en el colegio?
—Eso, no… no exactamente. Bueno, quizás. Solo un poco. Mira, realmente tengo que hablar con Bubba cuando se despierte. Es realmente importante.
Nick se rascó suavemente el brazo herido.
—Sí, de acuerdo. ¿Quieres dejarle tu número y así que te llame?
Madaug alcanzó la libreta y el bolígrafo del mostrador. Escribió rápidamente su número en él, entonces se lo tendió a Nick.
—Por favor no lo olvides. Es realmente importante.
—Lo tengo.
Madaug vaciló antes de dejar ir el papel y dar un paso atrás. Él echó una última pensativa mirada al cuarto de atrás, entonces se fue.
De acuerdo, el chico estaba incluso más loco de lo que lo había estado Tabitha. Exceso de esnifar la jarra de formol escondida en clase de química. Su cerebro debía estar hecho un desastre. Era eso o Stone y su gente lo habían golpeado contra las taquillas demasiadas veces y le había producido un enorme daño cerebral.
Lo que fuera…
Nick metió la nota en el bolsillo y se dirigió hacia el ordenado.
Apenas había llegado cuando sonó de nuevo la puerta.
—Hijo de…
¿Ahora qué? Él gruñó en voz baja antes de dirigirse de vuelta al mostrador par a ver quien necesitaba ahora de Bubba. No era de extrañar que Bubba fuese tan excéntrico. Si esto era una muestra de un típico día de Bubba, eso explicaba mucho acerca del hosco campesino.
Nick se detuvo cuando vio a tres miembros de su equipo de futbol paseando alrededor de la tienda como si estuviesen buscando algo. No conocía sus nombres, pero reconoció sus caras. Siguiendo la línea de Stone, eran incluso más agresivos contra los “empollones”. El tipo de pringados con los que Nick pasaba todo su tiempo evitando y de la clase que habían encerrado a Madaug en los armarios, riéndose después de ello.
Pero lo más extraño era que estaban husmeando el aire igual que perros de presa. Eso era épicamente escalofriante.
—¿Puedo hacer algo por vosotros, chicos? —preguntó Nick.
El más alto, un tipo con el pelo marrón y una sonrisa que debería ser utilizada para vender pasta de dientes, se adelantó. Su chaqueta tenía el nombre BIFF gravado encima.
Nick se mordió la lengua para evitar cebarse sobre ese nombre. Sus padres deberían haberlo odiado realmente. Estoy aquí para echarle una mano a Bubba, no para que me pateen el culo por palurdo.
Biff se acercó más.
—¿El rarito? ¿Dónde está?
De a cuerdo… era triste que ni siquiera pudieran completar una frase. ¿Ves lo que ocurre cuando abusas de los esteroides? Los imbéciles deberían haber leído la etiqueta de advertencia. Primero encogimiento de pene, después deterioro en la estructura de las frases. Lo siguiente que haces ya sabes, escalar hasta la cima del Empire State Building, aplastando aviones con tus enormes puños.
Por supuesto que estarías allí con una enormemente atractiva rubia, así que incluso el ser un monstruo tenía algunas ventajas…
Pero eso no estaba aquí ni allí.
—¿Buscas a Bubba o a Mark? —preguntó Nick. Rarito definitivamente se aplicaba a ellos o a otros que eran considerados como los reyes de los ordenadores, películas de Serie B, video juegos y ciencia.
—¡El rarito! —Él agarró a Nick por la camiseta y lo arrastró por encima del mostrador para mantenerlo frente a él.
Maldiciendo cuando el dolor se disparó a través de su brazo herido, Nick lo golpeó con fuerza en la cara, pero él ni siquiera pareció sentirlo.
—Déjame en el suelo, tú animal. Así que ayúdame…
El gilipollas enterró su nariz contra el cuello de Nick e inhaló.
Nick arrugó la cara con repugnancia.
—¿Qué eres? ¿Un pervertido? Sácame tus enfermas manos de encima de mí.
Él pateó con fuerza en los huevos.
Biff se dobló.
—Huele igual que el rarito. ¡Cogedle!
Ellos se movieron hacia delante, lamiéndose los labios. ¡Oh, mierda! Ellos también eran zombis.


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